Querido Lula,
Te escribo poco porque quise escribir rápido, pero tengo planes de escribirte otras muchas veces (al C.P. 70950-000, espero).
Crecí en una familia rica, en la Zona Sur de Río de Janeiro. Frecuenté escuelas privadas, y estudié Cine en la PUC-Rio y en la Universidad de París.
No tendría, en principio, el perfil clásico de las personas directamente beneficiadas por las políticas públicas implementadas durante el gobierno del PT. Por primera vez en la vida yo no fui la privilegiada, quien recibió privilegios. No fui la blanca bien nacida, quien adquirió voz, beneficios y protagonismo.
Aun así, mi vida mejoró. La vida mejora cuando la hija de tu niñera se gradúa en Derecho. Mejora cuando ves que ella – que parecía estar condenada a una realidad tan injustamente distante de la mía – tuvo un hijo en la misma clínica en que nació el mío.
La vida mejora mucho cuando visito mi facultad elitista y veo que está mucho más colorida.
Que el aeropuerto se convirtió en un lugar democrático. Que el mejor cine de ese país es hecho hoy en Ceilândia, en Contagem y en el Recóncavo Bahiano.
La vida mejora mucho cuando mujeres y negros pasan a confiar en sí mismos. Cuando un país gana herramientas para pensar si quiere realmente ser aquello que nuestra elite perversa se atrevió a decir que era nuestro destino.
Hoy millones te agradecen por tener acceso a la comida, a la dignidad, a sueños y a realizaciones.
Yo te agradezco solo por haber dejado aun mejor una vida que ya era demasiado buena.
Gracias eternamente, Lula. Te amo. Estamos juntos.
Un beso grande,
Rio de Janeiro, 08/04/2018.
[FOTO]
Este es mi hijo, Lino, todavía chiquito, con su Lulita [carita de sonrisa]