"Somos sublimes como para rechazar la historia cretina que nos legaron."
 

Mariana, 9 de abril de 2018

Querido Presidente Lula

Mi historia usted ya la conoce un poco (envio como anexo un recuerdo). Esta carta es una oportunidad más para expresar mi admiración y gratitud por todo lo que usted representa en la vida de este país y en mi vida personal.

Soy historiadora, tengo 28 años. Vengo de una familia pobre del interior de Minas Gerais y soy una de las pocas personas de esta familia que tuvo la oportunidad de haber ido a la universidad.

Acabo de regresar de una estadía de doctorado sándwich en Stanford, Estados Unidos. En el documento de certificación, el querido amigo y profesor Gumbrecht, uno de los mayores humanistas vivos en el mundo que me recibió allá, escribió que fui la mejor alumna visitante que conoció en sus más de 25 años en aquella institución. ¡Eso se lo debo a usted! Le debo la oportunidad de haber tenido voz en una de las mejores universidades del mundo y a su testarudez para enfrentar la historia miserable de este país. Mi gratitud va más alla de eso.

En su discurso más reciente usted dijo que era una idea. No. Permítame estar n desacuerdo. Usted es más que una idea. Usted es una fuerza, una energía, una presencia. Es una condición que permite que las ideas emerjan. Usted, querido presidente, es la propia historia, Y yo le agradezco a usted por ser (y haber aceptado ser) este destino por medio del cual mucho como yo pudieron existir.

Confieso que hay más melancolía en mi corazón que esperanza en el futuro (además, hablar de futuro es una capacidad que pocos en el mundo poseen como usted). Nuestro pueblo está triste, violento, egoísta, deshaciéndose de su dignidad y conscientemente parte de él ha escogido lo que es injusto y más perverso.

Pero usted debe recordar, yo tuve vergüenza de mi padre porque era un simple trabajador, un peón de minas. Hoy a gracias a usted,a su lucha, yo tengo orgullo, orgullo profundo de mi papá. Orgullo profundo de mi mamá. Orgullo profundo de mi historia campesina y obrera. Orgullo profundo de mi vida. Y eso es hermoso!

Por eso quiero compartir con usted que a pesar de (y junto a) mi melancolía, asumo el compromiso de ser una fuerza, de ser un presencia dedicada a restituir su grandeza y al grandeza de todos los trabajadores y trabajadoras de este país.

Luchemos, presidente, para probar una vez más, que somos sublimes como para rechazar la historia cretina que nos legaron.

Con todo mi amor, admiración y respeto.





PD: espero que algún dia, presidente, pueda encontrarlo personalmente para tomar el café al que me invitó. Hago fuerzas para que ese día no se demore.






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